Nota: As = Astaroth (Vicent)
-Pfff, ¡ja,ja,ja,ja! –elevó sus manos a la altura de
su cara y se frotó los ojos- …ay, ji,ji,ji…
As podía oír y sentir los estímulos a su alrededor, pero a la vez
parecía estar adormecido. Creo que él mismo sabía que tenía los ojos abiertos
(aunque no pudiera ver nada) porque movió un poco los dedos de las manos y los
pies, como si estuviera palpando el terreno. De pronto había girado la cabeza
con pesadez a un lado y se había reído contento. Algo debió de parecerle divertido,
aunque no supiera el qué. Cuando estás borracho todo parece gracioso.
-
As, oye, ¿estás bien?- le sacudí un poco el hombro,
pero cayó hacia un lado y siguió riendo.
Sonreí. La droga había hecho efecto.
**************************
Hace 25 minutos aproximadamente:
-
Andrew, ¿para qué son todas estas latas?- As me
pilló en cuclillas en la cocina, con una gran bolsa de la compra llena de latas
de cerveza baratas.
-
Me las ha recomendado Robert, dice que tienen un
gran sabor. Una parte las estoy guardando y la otra parte las probaremos esta
noche.- Me levanté y cerré la nevera.
-
¿Esta noche? Pensaba ponerme a redactar un
documento importante.
-
As, venga; seguro que la oficina no se va a ir a
pique solo porque te tomes unas noches libres. Y menos aun porque te tomes unas
cervezas.- Su rostro mostró una expresión inamovible. - ¡As! –cruzó los brazos,
señal de que yo estaba perdiendo; necesitaba improvisar algo rápido- ¿Vas a
dejarme bebiendo alcohol? ¿Aun sabiendo lo que ocurrió la última vez?
-
No me vengas con esas, sabes que el alcohol humano
no nos afecta tanto a los demonios.
-
Una cantidad normal no, ¿pero qué crees que pasaría
–señalé las latas de la nevera- si me bebiera TODAS estas latas? Creo recordar
que la última vez que hice algo así tuviste que llamar a algunos bomberos y a
tus abogados para que no publicasen el caso en los periódicos.- sus mejillas se
calentaron un poco.
-
¿¡Qué soy: tu novio o tu niñera!?- exclamó.
-
Mi novio –le besé con picardía y fui a la entrada-
¡pero también me gusta que cuides de mí!
-
¡Vale, pero a partir de mañana me dejas trabajar
tranquilo!- gritó desde la cocina.
Jus, jus. Lo complicado ya estaba hecho, sólo me quedaba lo fácil: darle
la droga y esperar a que hiciera efecto. Colgué mi abrigo de cuero en un
colgador de la entrada y, esperando que As no me viera, saqué un pequeño frasco
de cristal con un espeso líquido verde en su interior.
Hace 2 horas aproximadamente:
-Toma esto.- me dijo Robert antes me irme de su “oficina”; así es cómo
llamamos al lugar en el que trabaja como mafioso, una especie de oficina en la
que a veces hacemos interrogatorios o cosas así. Era un frasquito con una
especie de moco dentro.
-¿Y esto para qué es?- pregunté con asco.
- Esto –dijo con parsimonia- es algo que uso con Daniel algunas veces.
Es una droga que es capaz de causar en seres no-humanos el mismo efecto que unas
cuantas latas alcohol en humanos normales.
- ¿Lo usas para emborrachar a Daniel?
- Algo así: esta sustancia se fabrica sólo en el Infierno, y es alcohol
demoníaco y droga a la vez. Imagínate lo que podrías hacer con Vincent si se
lo dieras.- Mi perversa y maquiavélica
mente comenzaba a despertarse- y además, he pedido que le añadan también un
efecto afrodisíaco. -Joder. Necesito ese frasco.-Te lo doy para agradecerte que
vengas de vez en cuando y tal y ayudarme con algunos “trabajos”.
- Tranquilo, lo hago porque me gusta hacer esos “trabajos”. Pero no voy
a rechazar el frasco. Le daré buen uso- sonreí con maldad, y Robert, conmigo.
Así que sólo tengo que verter la droga en una de las latas y dársela a
beber. Ju, ju, ju.
-¡Andrew! ¿Llevas tú las cervezas o te ayudo?- la voz de mi gatito de
pelo blanco me sacó de mis pensamientos.
- ¡Las llevo yo, tu espérame en el salón!- en la cocina recogí las
cervezas que había dejado sobre la encimera y las puse sobre una bandeja,
además de unos ganchitos y tal, sólo para acompañar. Separé varias de las latas
y las puse aparte; esas serían las que contendrían la sustancia. Pero, ¿cómo
verter la droga dentro sin abrirlas? Si las abría, As sospecharía de mí.
De repente se me ocurrió una idea tan simple como peligrosa. Abrí una de
las cervezas y, tras descorchar el frasco, vertí todo el interior dentro; hasta
que no quedó ni goteando. “Le ofreceré ésta, y si piensa que le he echado algo,
fingiré que bebo y ya está”
Me dirigí al salón cargado con 10 latas y varias bolsas de aperitivos
variados. As estaba en el sofá negro de tres plazas con las piernas y los
brazos cruzados. Se le notaba que aún seguía mustio por casi obligarle a beber
conmigo. Coloqué la bandeja en la mesa baja el salón e hice tiempo colocando
los víveres, por si parecía demasiado acelerado.
-
Toma, tuya- le acerqué la lata abierta. Y tal y
como pensé, arrugó la nariz con cara de extrañado.
-
¿Y por qué está abierta?- inquirió. Yo puse mi cara
de inocentón, que, por lo que sé, me sale bastante bien.
-
La he abierto para probarla antes un poco. No le he
hecho nada – me la acerqué, pero antes de que me tocara los labios, me la quitó
de las manos.
-
Vale, vale, está bien, confío en ti.- dijo- pero es
un poco asqueroso probar algo y luego ofrecérselo a otra persona. Da la
sensación de que no te ha gustado y quieres encasquetárselo a otro.
-
Ja, ja, perdona- abrí otra lata- venga, brindemos.
-
Chin-chin –dijo alzando la suya.
“Yo sí que te voy a dar chin-chin*”, pensé
pícaramente. [*:”Chinchin” en japonés
significa “pene”]
Bebió dos tragos de golpe y yo le imité. Leyó
los ingredientes de la cerveza mientras la saboreaba.
-
Sabe un poco como a menta, ¿no?- murmuró- pero está
buena.- Dio otros dos tragos más. Le imité y bebí yo también; pero tuve que
esforzarme para no escupirla. “Está buena, dice” pensé “será que el moco verde
ese le da sabor, porque la mía sabe a mierda”.
-
Mmsim está
buena, sí…- Y así, de repente comenzó a reírse.
-
Pfff, ¡ja,ja,ja,ja! –elevó sus manos a la altura de
su cara y se frotó los ojos- …ay, ji,ji,ji…
-
As, oye, ¿estás bien?- le sacudí un poco el hombro,
pero cayó hacia un lado y siguió riendo.
Sonreí. La droga había hecho efecto.
Pero aún así quería estar seguro y que no se le pasaran los efectos
demasiado pronto:
-
As, eh, oye
– le sujeté los hombros mientras recogía la lata, que, por desgracia, había
manchado la alfombra- toma. Bebe un poco más.
No dijo nada; tenía cara de estar
somnoliento, pero aún así se irguió y bebió lo que quedaba de cerveza de un trago. Unas gotas
del líquido se le escaparon de la comisura. No pude resistir la tentación. Me
acerqué a él y se las limpié con la lengua. Su piel estaba, como siempre,
cálida y suave al tacto.
Al final, su cuerpo cedió por completo a la
droga y se dejó caer en el suelo. Aparté la mesa de en medio para dejarnos
espacio y me coloqué encima de él, apoyando las rodillas y las manos a ambos
lados de su cuerpo para no agobiarle con mi peso. Empecé dándole un pequeño
beso en la punta de los labios. Después, otro beso, y después de ese otro…Me
fui desplazando por su comisura, mejilla y clavícula. Llegué a la oreja izquierda,
y en vez de besar esa zona, la mordí; dejando pequeñas marquitas en el
cartílago y lamiendo el lóbulo. As se encogió por un escalofrío y giró la
cabeza hacia la izquierda. Le sujeté la barbilla e hice que me mirara. Tenía
los ojos cerrados y la boca semiabierta, de modo que me lancé a por ella
introduciendo mi lengua. Pegué mis labios a los suyos y nuestras bocas quedaron
selladas, mientras en su interior yo recorría de todas las maneras posibles la
suya.
Conforme se alargaba el beso, fui introduciendo
mis brazos bajo su cuerpo Y poder abrazarle y sostenerle. Nuestras
respiraciones se habían hecho más rápidas y yo quería cada vez más. Lo achuché
contra mi cuerpo de modo que su espalda se quedó arqueada y su cabeza un poco
hacia atrás.
Me di cuenta del efecto que el afrodisíaco
había hecho en él por el bulto que noté en sus pantalones. Lo dejé tumbado,
como antes y le quité los pantalones. Iba a hacer eso que él nunca me había
dejado hacerle: le dejé puestos los bóxers grises y comencé a mordisquearle,
con muchísima suavidad, por encima de la ropa interior. Podía sentir incluso a
través de los dientes las palpitaciones y el calor de su pene.
Cuando levanté la cabeza, los bóxers de As
estaban ligeramente mojados, y no precisamente por mi saliva. Quizás se
sintiera incómodo y necesitara correrse. Así que le quité también la ropa
interior y empecé a saborearlo por esa zona; primero con besos pegajosos y
luego, metiéndome su miembro ya erecto en la boca.
-
Ah…- en cuanto lo hice As retorció un poco el pie y
arañó la alfombra con las uñas. Seguí acariciándolo con mi lengua cada vez más
rápido, sacándolo y volviéndomelo a meter en la boca, una y otra vez. As
arañaba con cada vez más fuerza la alfombra hasta que arqueó la espalda y
eyaculó en mi boca.- ¡Ahh!
Ahora
respiraba con más fuerza que antes. Además tenía el cuello lleno de sudor.
Entonces me llevé las manos a la cabeza: “¡Hostia! ¡Creo que no nos quedaba
lubricante!” pensé “Bueno, espera…”.
Algunas veces lo hemos hecho sin lubricante
pero esa vez no quería arriesgarme a hacerle daño. Quizás la idea que se me
había ocurrido no fuera la mejor en estos casos, pero era la única que tenía.
Así que escupí su semen en mi mano (aún lo llevaba en la boca), y, colocándome
una de sus rodillas en el hombro, le esparcí el semen a modo de lubricante.
Introduje primero el dedo corazón y en
seguida el índice, abriéndolos y cerrándolos en forma de tijeras para dilatar
la entrada y tratando que el interior quedara resbaladizo. Cuando calculé que
ya estaba lo suficientemente abierto, introduje tres dedos y presioné.
-
¡…ah!- gimió de repente, abriendo un poco los ojos.
Seguí presionando de forma reiterada-¡…mm! ¡A-ann-drew…! –le miré a la cara. Se
le habían caído a un lado las gafas, sus mejillas estaban enrojecidas y tenía
los ojos medio abiertos. Joder, cómo me puso. -…a-así n-nno…ah…- gimió de
nuevo.
Sonreí; yo tampoco podía aguantar más. Hice
caso de lo que me pedía: me desabroché el pantalón y me introduje en él.
-
Ah, ahah,…-
arqueó la espalda y arañó la alfombra hasta que, ésta vez, la rasgó varios
centímetros. Me incliné hacia él para apoyar mi cabeza en el hueco de su
cuello. De inmediato comencé a moverme, aumentando el ritmo y la amplitud de
mis movimientos de forma paulatina. As, por su parte, me rodeó los hombros con
los brazos mientras yo comencé a hacerle chupetones en el pecho.-
An-ndrew…te…qu-quiero
-
¿Qué?- murmuré sin parar de moverme.
-
Qu-ue te qu-quiero…ah…-volvió a susurrar.
-
Ah…repítelo
-
Te qui-quiero.
Me separé un poco de él, lo
suficiente para poder mirarle a los ojos. Nos miramos un instante, antes de
besarnos mientras nuestras respiraciones y jadeos se entremezclaban.
-
Yo también te quiero…
******************************
-
¿Entonces no
te acuerdas de nada?- exclamé medio ofendido la mañana siguiente.
-
(Aay) nooooo – respondió con voz cansina un montón
de sábanas y mantas, en cuyo interior se encontraba envuelto As.
-
¿¡Pero
nada!? –volví a exclamar.
-
Andrew, por favor, me palpitan las sienes y me va a
estallar la cabeza.-gimió con voz débil.- Ya te he dicho que no me acuerdo de
nada a partir de la primera cerveza…
-
Pues me dijiste que me querías – lloriqueé como un
niño.
-
¿Eh?
-
Nada – suspiré- que ya te avisé de lo que pasa si
los demonios bebemos mucho – abracé el montón de sábanas y lo besé; guardándome
para mí mismo las dos palabras que más feliz me han hecho en todos los cientos
de años que llevo de vida.
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